abril 19, 2007

La Puerta de Madera


Esto lo escribí hace tiempo cuando la muerte sorprendió a el padre de un amigo. Con respeto y cariño se lo dedico.
Ángel y Adrián se fueron juntos, pero con un inmenso vacío entre los dos. No sabían exactamente a donde iban, no tenían idea de lo que les esperaba al cruzar aquella puerta de madera con un toque nostálgico y antiguo.

Los fui siguiendo todo el día. Ángel ya no era el mismo: le habían borrado las facciones, no tenía ojos, alguien se los arrancó y no había manera de recuperarlos. Somnoliento por el olor a carne-sufriendo, se dirigió a la caja de metal que se encontraba en medio del patio de la casa donde lo habían llevado contra su voluntad. La abrió y no encontró nada, su imaginación le hizo pensar que algo encontraría allí, algo que hiciera que recuperara la vista, pero no; tocó, buscó desesperado, pero no había nada para él.

En la puerta y sin poder cruzar, Adrián lo observaba. A él le quitaron el habla, le habían cortado la lengua y no podría pronunciar nada nunca más. Quería acercarse pero algo se lo impidió, solo observó, todo el tiempo observó. No tenía la intención de hablar, no había una sola palabra en su mente.

Palabras, cosas sin sentido escuchaba Ángel mientras recorría el patio, mientras Adrián, solo veía sombras pasar de un lado al otro. Nadie los veía ni los escuchaba, todos sabían que estaban ahí pero era imposible sentirlos, como si por alguna extraña razón hubieran perdido su ser. Yo los podía ver y tocar, pero nadie más. Se metieron en mí para comunicarse, para ver, para hablar, yo portaba sus sentidos, sus penas, sus pensamientos.

Vomitaba cada palabra que Adrián pronunciaba. La gente me veía incrédula, asqueada de mi actitud. Ángel se empeñaba en registrar todo el patio, observaba a través de mí, de mis ojos, quería que registrara todo y a todos. Me llevé más de 5 golpes. Las personas pensaban que estaba loca, gritaba, vomitaba, golpeaba. Nadie entendía mi actitud.

Lo que me imaginaba sucedió. Cuando desperté me encontraba en un cuarto frío, con las paredes acolchonadas, con una luz intensa que Ángel no podía soportar. Impedí que Adrián gritara, nadie nos escucharía, cerramos los ojos, cerramos la boca y nos perdimos en sueños imposibles de realizar.

Desperté asustada, ellos aún dormían. Quería escapar pero me fue imposible, se aferraron a mi corazón y no pude asesinar el sentimiento. La muerte me había ganado otra vez. Es imposible vencerla. Lo extraño es que se empeña en ignorarme y dejarme atrás de la puerta de madera.

4 comentarios:

Ogalam dijo...

Todos lamentamosla muerte de Don Felipe, pero lo tenemos vivo en sus hijos que,orgullosamente, son nuestros amigos. Una intensidad desbordante en el escrito; no dejes de escribir...

Arturo J. Flores dijo...

Me gusta la idea de los dobles a lo jUlio Cortázar, quizá sólo eliminaría algunas repeticiones, pero en términos generales, me gusta su amabilidad.
O sea: ta' chido.

Davicho dijo...

Yo agradecería que subieras lo que me pasaste hace casi un año, recuerdas?... mmmmm, debe estar en la máquina de la casi señora Laura, jajajaja

Davicho dijo...

Si seré taradoooooooo!!!!, yo pidiendo el escrito y lo tenía en mis narices. Gracias Gabyta, la verdad no lo veía desde esa ocasión, tu sabes, llegó a deprimirme un poco, pero ahora ya lo leo y se refuerza el recuerdo y la presencia de mi papá.

Gracias por ser mis amigos