
Con delicadeza logró que conversaran un rato mientras llegaban a su destino, el trayecto fue menos pesado, mientras el recorrido terminaba ella observó que el joven no era tan mal parecido, su olor era delicado, ojos profundos, manos fuertes; con esos atributos y con la razón extraviada le propuso ir a un hotel. Él acepto.
Te ves hermosa, dijo cuando una pequeña luz ilumino su cara. ¿De qué me sirve? Él me ha dejado y prende nunca volver, tú sólo eres mi bálsamo, déjame llorar. Así transcurrió la tarde y parte de la noche, dos amantes en un hotel, ella, añorando al amor “verdadero”, él, disfrutando del cuerpo desnudo y sin vida de su amante efímera. La despedida fue rápida y sin ninguna emoción, salieron del hotel sin importarles el destino del otro.
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